Historia

Historia de Casillas, desde la prehistoria a la edad moderna. Imperio romano, dominación árabe, la señorialización, la edad moderna en Casillas y Valle del Tiétar.

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Casillas, Ávila, pueblo del Valle del Tiétar sur de Gredos

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Historia de Casillas

De la prehistoria a la edad moderna.

Prehistoria

Casillas, por su situación geográfica, no puede estar ausente de la historia común de la comarca, teniendo que entender su pasado en el conjunto del valle del Tiétar, estando también, profundamente ligado a la historia de la villa-estado de La Adrada.

Los primeros pobladores paleolíticos que se establecieron en la zona del sistema central fueron esencialmente cazadores, siendo esta actividad su principal método de supervivencia. En el Valle del Tiétar se han recuperado utensilios de la época, tales como: cantos trabajados, raederas, raspadores, lascas...

Con la revolución del Neolítico, los antiguos cazadores comienzan a cambiar sus hábitos de supervivencia, empezando a cultivar algunas plantas que anteriormente con suerte recolectaban. Comienza también la domesticación de algunos animales, sin dejar por esto de ser unos cazadores "especializados".

La evolución de las comunidades humanas alcanzó la industria y producción de metales (oro, cobre, plata) como resultado de un proceso de fundición del mineral en estado puro. Estos elementos irán surgiendo progresivamente y sustituyendo a los materiales que conformaban los diferentes utensilios y armas compuestas anteriormente de hueso, madera y piedras.

De esta evolución, dan testimonio los hallazgos realizados en todo el valle del Tiétar como: hachas, cuchillos, flechas de hoja de laurel y pedúnculo, piedras de molino...

Una vez iniciada la fundición de metales, se logró mezclar el cobre y el estaño dando lugar al espectacular bronce, que se dará su nombre a toda una cultura que durará novecientos años aproximadamente.

El hierro, revolucionará todos los útiles y armas del momento, el nuevo material se comienza a extraer de minas que van a explotarse de una manera constante. Es en este momento cuando los Celtas penetran en oleadas en la península Ibérica durante los siglos VII y V A.C. Y llegan a ambas mesetas superponiéndose a los indígenas culturalmente más atrasados.

Producto de las fusiones indígenas con los pueblos indoeuropeos y, debido a esa fuerte mixtura en las sociedad, comienzan a surgir núcleos de población dedicados al pastoreo y a la ganadería, dando lugar a los Celtíberos. Una buena parte de la meseta occidental será ocupada por una rama de ellos conocidos como los Vettones, estableciendo unos límites aproximados desde el norte de Salamanca hasta el levante de Mérida por el Sur, con frontera por el Este cerca de Ávila y comprendiendo Talavera, mientras que por el Oeste se aproximaban a la actual frontera portuguesa.

Este territorio, en el cual estaría comprendido el Valle del Tiétar, conforma el núcleo central de lo que se conoce como "La Cultura de los Verracos" por su afición a levantar toscas esculturas de piedra representando animales (jabalíes, osos, cerdos, y sobretodo, toros) relacionados con cultos ganaderos de los que nos han llegado muestras muy significativas en las cercanías de Casillas, como también nos llegaron algunos castros (poblados antiguos) en las cercanías de nuestra comarca.

La Cultura de los Verracos

El imperio Romano

Durante los primeros tiempos de la conquista de la península por parte del Imperio Romano parece probado que los vettones gozaron de ciertos privilegios por parte de las nuevas autoridades que, de este modo, agradecían a los vettones, que pese a ser un pueblo eminentemente guerrero, no hubieran opuesto resistencia a la romanización, (o por lo menos, resistencia notable), ya que no se evidencia en toda la historiografía acciones de guerra en territorio vettón durante los primeros momentos de la penetración romana.

No sucedió así durante las guerras lusitanas y celtibéricas, dónde parece probado que los vettones formaron parte de las alianzas para hacer la guerra a los romanos, siendo acaudilladas en algún momento por el propio Viriato, que según una de las múltiples leyendas, "en una de sus invernadas en el valle del Tiétar será asesinado junto a Mons Veneris (Sierra de San Vicente) y enterrado en una colina plantada de olivos".

Tras la victoria romana, los vettones asimilados a la vida bajo el imperio, fueron reclutados para el ejército romano como mercenarios o fuerzas auxiliares, habiéndose encontrado de forma fortuita en campos casillanos monedas de época acuñadas en Coria del Río destinadas para el pago de soldados a estas fuerzas.

Con la plena romanización después de las guerras, Casillas volvería a retomar su papel de paso natural del macizo occidental de la Sierra de Gredos, y por la proximidad de la calzada del puerto del Pico, fácil sería suponer que pudiera darse un pequeño atajo respecto a las vías principales entre las ciudades de Ávila y Talavera a través del puerto de Casillas.

monedas romanas
monedas romanas

La dominación Árabe

Pocos son los vestigios la época visigoda en nuestra comarca, encontrándose alguno de estos en el extremo opuesto del Valle del Tiétar.

Sucede lo contrario con los árabes o moriscos, de los cuales sí se conservan innumerables vestigios en toda la zona. Hasta la conquista de Toledo en 1085 por Alfonso VI, la comarca del alto Tiétar, en la que se incluye Casillas, era un espeso bosque fragoso e intrincado en plena zona fronteriza con la marca islámica media, no ofreciendo condiciones prácticas para el desarrollo de la vida urbana, perteneciendo esta zona a Talabira (Talavera).

Cuando el Tiétar deja de ser frontera militar sobre 1220, se inician las primeras repoblaciones del área colonizando de este modo este espacio agreste. Una vez poblado (utilizando en gran medida a pobladores de origen leonés), acudirán a esta zona un fuerte contingente de judíos y mudéjares (moriscos que conservando su religión quedaban en vasallaje del rey cristiano).

La señorialización

Si tenemos en cuenta que toda la zona del Tiétar estuvo despoblada de núcleos urbanos estables hasta muy tarde por su situación fronteriza con los reinos de Taifas, será más fácil entender que la señorialización del área en su conjunto no fue fácil pues entre otras cosas pasó por un largo proceso de intrigas marcado por el convulsivo tiempo de la nobleza de los Trastámara. En el año 1274 se concede a La Adrada el usufructo a favor de sus gentes de la dehesa de la Avellaneda.

Durante las revueltas y las guerras internas de los últimos Tratámaras estas tierras pasaron de las manos de D. Álvaro de Luna a D. Beltrán de la Cueva. El 14 de Octubre de 1393 Enrique III otorga la carta de Villazgo, creando de hecho, el Estado de La Adrada. Al fijarse su alfiz en este año abarcó una extensión aproximada a doscientos cuarenta y dos kilómetros cuadrados.

Con el último monarca medieval del reino de Castilla-León, Enrique IV (1454-1474), la comarca del Valle del Tiétar pasa a manos de D. Beltrán de la Cueva, hombre de confianza del monarca. Es este momento enormemente caótico en el reino de Castilla, tras una guerra civil en el reino y la prematura muerte del Infante Alfonso (1468), la sucesión al trono recala en Juana pero los nobles se dirigieron a Isabel, hermana de Enrique IV, para que asumiera el reinado. La princesa Isabel no obstante prefirió llegar a un acuerdo político con su hermano. En septiembre de 1468 en los "Toros de Guisando" se reconoció al Rey Enrique IV como absoluto soberano de Castilla y a su hermana Isabel como sucesora a la corona en detrimento de los derechos sucesorios de Juana, hija del monarca, apodada por sus enemigos como la "Beltraneja", pues se decía que en realidad era hija de Beltrán de la Cueva.

Después de la toma de Granada (1492), por los castellanos y aragoneses se vuelve a repoblar la zona del Valle del Tiétar, y en el siglo XIV cuando las nuevas repoblaciones se asientan en cotas de altitud superiores a los seiscientos metros sobre el nivel del mar pasando a ubicarse a niveles entre los setecientos y los mil metros de altitud, acomodándose en el piso montano pueblos como Mijares, Cuevas, El Arenal, Guisando, Casillas...

Imagen de Casillas vieja

La edad moderna

En 1751 Juan Enciso, a petición del Marqués de la Ensenada, se traslada al lugar de Casillas y confecciona el "Codicilio de Preventivas del lugar de Casillas" (cuestionario general) situando las primeras fronteras de su término y haciendo relación de personas y enseres:

Confronta por poniente con el término de la Villa de Sotillo, por mediodía con la de Escarabajosa, por levante con el Baldío de la ciudad de Ávila, por monte con el de Escalona. Se compone de tierra de labor, viñedos, y monte alto de pinos negrales y robles, árboles frutales y seis pies de morel. Hay en este término dos molinos harineros de agua en la garganta del Guijarro pertenecientes uno a Bartolomé Izquierdo y otro a Mariano Moreno y Joaquín Mancebo, vecinos del lugar; hay seis colmenas propiedad de José Sánchez, treinta y cuatro pares de bueyes, doscientas cabezas de vacuno, cuatrocientas cuarenta y cuatro de cerda, mil quinientas ocho cabras, mil ochocientas cuarenta y cinco de lanar, cinco yeguas y potros y setenta y ocho jumentos. Hay noventa y un vecinos. En el pueblo de Casillas hay un herrero, un tejedor de lienzos, dos cazadores, cuarenta y un labradores, doce criados, dieciséis jornaleros, un hachero, cinco pastores, diecisiete viudas, un maderista, veintisiete ganaderos, dos molineros, un apicultor y un sacristán.

Juan Rueda, Alcalde de Casillas, se reúne con Juan Enciso para practicar la diligencia referida en él capítulo 17 de la real instrucción relativa a la estimación de hacienda y amillaramiento.

Casillas no se ausentó del proceso de independencia del resto de los pueblos del Estado de La Adrada y por ello solicita al Consejo Real su independencia acompañándose en su solicitud con la del pueblo de Gavilanes. Ambos las elevan al consejo en 1791. La respuesta real en 1802 encontrada en los archivos municipales de La Adrada arroja un poco de luz sobre el tema:

Su Majestad ha servido mandar que no se haga novedad en la agregación que se hizo al partido de Talavera de la provincia de Toledo, de la Villa Estado de La Adrada desestimando la solicitud de continuar comprendidos en la provincia de Ávila. Y al propio tiempo ha tenido su majestad por conveniente resolver que el lugar de Casillas y el de Gavilanes se agreguen al expresado partido de Talavera, por deber seguir igual suerte en razón a sus análogas circunstancias que los pueblos del Estado de La Adrada.

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