Con la colaboración del Ayuntamiento de La Adrada www.laadrada.es
Textos e imágenes: Ayuntamiento de La Adrada, Fulgencio Castañar (Catedrático de Lengua y Literatura españolas, historiador), Asociación de Amigos de La Adrada, José Antonio Domingo R. R., M. Peinado, Francisco Javier Sánchez Coiradas, Miriam Jiménez Robledo, Fernando Rivero, Guiatietar y usuarios.
Historia y evolución del castillo de La Adrada, que la Fundación del Patrimonio Histórico acondicionó y dotó como Centro de interpretación del Valle del Tiétar, en la provincia de Ávila.
En lo alto de una colina, y sobre los restos de un castillo que fue estancia temporal de Enrique III, Juan II, Enrique IV y que incluso recibió la visita de los Reyes Católicos, se alza hoy la joya de la corona de La Adrada: un grandioso monumento restaurado gracias a su cesión al Ayuntamiento por parte de la familia García Moreno, antiguos propietarios del castillo, y al impulso de varias instituciones que lo han transformado en el Centro de Interpretación Histórica del Valle del Tiétar.
Todo apunta a que aquel castillo, hasta hace relativamente poco en ruinas, se construyó sobre otro más antiguo de origen romano y en el que, según la leyenda, el rey Alfonso VI mantuvo un romance con la bellísima princesa Zaida, hija política de Abenabeth (rey de Sevilla, Muhámmad al-Mutámid). La bella dama se casó con el rey castellano, poco antes de la conquista de Toledo, se acomodó en la corte castellana, renunció al islamismo y se bautizó en Burgos con el nombre de Isabel.
Sin embargo, según se relata en el libro «Castillos de Segovia y Ávila» de Javier Bernad Remon (Ediciones Lancia, 1990), el origen de este castillo parece provenir de finales del siglo XIV cuando el rey Enrique III concede la Villa de Adrada al Condestable Ruy López Dávalos, quien edificó la fortaleza en sillería y mampostería granítica aprovechando los restos anteriores e incorporando una iglesia. En realidad, concibió el castillo con funciones palaciegas: un lugar donde la nobleza y la realeza castellana vendría a cazar y a disfrutar de la belleza de los montes que lo rodean, más que para acciones de guerra.
En el siglo siguiente, se levantó la torre del homenaje y se construyó un gran cubo artillero para adoptar las defensas al uso y, ya en el siglo XVI, olvidadas y desaparecidas las banderías nobiliarias y los conflictos interiores, el castillo se transformó en palacio renacentista porticado, según el gusto de la época.
Para la propagación de la cultura, la historia, el proceso rehabilitador del propio castillo, el turismo y el entorno medioambiental del Valle del Tiétar, el castillo de La Adrada abre al público todas las mañanas, y también en las tardes de los sábados. En este lugar se celebran además a lo largo del año diversos actos culturales, como conciertos, exposiciones artísticas, obras de teatro, etc.
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El templo, de notables dimensiones y de clara influencia herreriana, empezó a construirse a mediados del siglo XVI, bajo la dirección de Pedro de Tolosa, aparejador de las obras del Escorial. Comenzó a erigirse en el solar ocupado por la iglesia primitiva a mediados del siglo XVI y las obras se terminaron a finales del siglo XVIII.
No te dejes engañar por el aspecto sobrio de su exterior, en el interior encontrarás un retablo de estilo barroco churrigueresco con seis columnas salomónicas, donde destacan las figuras de El Salvador y de San Blas.
Ermita restaurada gracias a la contribución de los vecinos de La Adrada, está ubicada en el parque de La Nava y su interior se guarda la imagen de la Virgen de la Yedra, patrona de la localidad. Se piensa que este fue el segundo templo de La Adrada, después de la iglesia del castillo. Su construcción comenzaría en el siglo XVI, sobre unas ruinas cubiertas de hiedra, en el lugar en el que, según la tradición, se aparecía una antigua imagen de una Virgen que se veneraba en la abadía de Burgohondo a su sacristán, de paso por La Adrada, allá por los siglos XII al XIV. Cuenta la historia que, a pesar de que la imagen fue devuelta en varias ocasiones a la abadía de donde procedía, la Virgen regresaba de nuevo a La Adrada, por eso los habitantes la aceptaron y la acogieron para siempre como su patrona.
Al situarnos al comienzo de la calle la Feria, desde la Plaza de la Villa, encontramos uno de los edificios más emblemáticos del pueblo, que divide la calle en dos: el ramal derecho continúa siendo la calle de la Feria y el izquierdo, el antiguo camino de Piedralaves, posiblemente la calle principal de un antiguo barrio judío.
Se trata del mejor ejemplo de arquitectura popular de toda la villa, una construcción que data de 1783 y que nos llamará la atención de inmediato. Este edificio de planta irregular, acabado en piedra natural y teja cerámica, consta de dos plantas y buhardilla. ¡No te marches del pueblo sin inmortalizar la vista de la casa con la sierra al fondo! Sin duda una de las postales más bonitas para el recuerdo de tu visita.
Dos esculturas, la primera en bronce y la segunda en hierro fundido, del escultor Luis Arencibia, donadas por el artista al pueblo de La Adrada.
Diez hectáreas en plena naturaleza, separado de los pinares y encinares adyacentes apenas por un muro de piedra que permite el trasiego de la variada fauna...
Existen algunos parajes naturales dignos de significar por su belleza paisajística y riqueza. Te invitamos a pasear al frescor de las orillas de nuestros ríos, a la sombra de nuestros bosques y a subir a la sierra para que puedas contemplar los paisajes adradenses y seas consciente del privilegio del enclave en el que se encuentra esta villa.
A los pies del arroyo de montaña que le da su nombre y es un magnífico ejemplar de pino silvestre, variedad escasa en la zona, conocido popularmente como pino cascalbo, denominación particular de la zona que hace referencia a su característica corteza de espejuelos plateados.
Un charco de aguas gélidas y cristalinas con una gran chorrera, el Charco de la Hoya. Antiguamente, estaba permitido el baño y según reza su cartel informativo «era todo un acto de valor». Hoy en día no está permitido bañarse, pero su belleza natural persiste y bien merece un paseo.
Sobre el río Tiétar, el de más envergadura y franquea el paso del Tiétar por el camino de Fresnedilla.
Puente chico y muy bonito sobre el arroyo de la Cercá, afluente del Tiétar, cuya datación resulta complicada, que se encuentra en el camino de Fresnedilla, situado a continuación del Puente Mosquea.
Se sitúa sobre la garganta de Valdetejo. Tal vez menos noble pero muy hermoso por su sencillez y emplazamiento, se encuentra en el camino viejo de Piedralaves.
Sobre la garganta de Santa María, o “río de los Molinos”.
Sobre el río Tiétar, y catalogado como romano, forma parte del antiguo camino de La Iglesuela, que fue vía de comunicación con Talavera de La Reina y demás pueblos de Toledo. Es posible que fuera afianzado y acondicionado en el siglo XVI, para facilitar la comunicación entre Carlos V, en Yuste, y Felipe II, en el Escorial.
Alojamiento en La Adrada, alojamiento hotelero y turismo rural, posadas, bungalows, cabañas, hostales, casas rurales, apartamentos, camping, hoteles rurales, albergues, campamentos...
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